Entre los estudiosos del tango, lunfardólogos, académicos, charlatanes, fulanos, menganos, zutanos y perenganos… han surgido innumerable cantidad de temas para analizar: argot, lunfardo, vestimenta, baile, música, contexto histórico, y muchos etcéteras. Pero uno de estos genios, que se ha puesto a escarbar minuciosamente cada detalle de nuestro amado 2×4, Oscar Conde, tuvo el tupé de clasificar las temáticas de nuestro queridísimo gotán.
Como es un análisis extensísimo de cuatro ítems pilares en la materia tanguera, les voy a regalar una columna para desarrollar con total libertad cada uno.
La música tiene la cualidad de poder representar casi en su mayoría las emociones y sentimientos del ser humano. Y aquí en el tango, uno que es imposible de obviar es el AMOR.
Bueno, en la mayoría de los casos el desamor… el pobre tipo al que una novia lo deja y tiene que volver a la casa de sus viejos. El abandono, como lo dice la primera frase de uno de los tangos más populares y cantado por múltiples voces, Mi noche triste: “Percanta, que me amuraste, en lo mejor de mi vida”. Hablando del amuro, una palabra que en lunfardo se refiere tanto al casamiento como al abandono, aquí relata la historia de un hombre que queda totalmente desamparado por una mujer. Y aparecen muchas cuestiones comunes en tangos posteriores: un pasado feliz, con esto de lo mejor de mi vida, un relato muy descriptivo del lugar (en este caso el bulín, los frasquitos adornados con moñitos del mismo color, el mate, los bizcochos) casi mostrando la calidez de un hogar. La esperanza: “De noche cuando me acuesto, no puedo cerrar la puerta, porque dejándola abierta, me hago ilusión que volvés”. Y la completa desilusión y resignación, con la lámpara del cuarto, el espejo empañado por la ausencia. Una casa abandonada, y por supuesto, un hombre borracho para olvidar ese amor.
Y esta magnífica obra, a pesar de dar pie al pesimismo, tiene algo muy positivo que se acerca a la reflexión de Gobello y Soler Cañas, “el tango salvó al lunfardo del destino caricaturesco a que parecía haberlo condenado el sainete”.
No hay amor y desamor en los tangos, sino se habla del suicidio, la infidelidad y los celos.
En el tango Tres Esperanzas, por ejemplo:
“Tres esperanzas
tuve en mi vida,
dos eran blancas
y una punzó…
Una mi madre,
vieja y vencida,
otra la gente,
y otra un amor.”
“No tengo ni rencor,
ni veneno, ni maldad
Son ganas de olvidar,
¡terror al porvenir!
Me he vuelto pa’ mirar
y el pasao me ha hecho reír…
¡Las cosas que he soñao,
me cache en dié, qué gil!
Plantate aquí nomás,
alma otaria que hay en mí.
Con tres pa’ qué pedir,
más vale no jugar…
Si a un paso del adiós
no hay un beso para mí
cachá el bufoso…
y chau…¡vamo a dormir!”
Cabe aclarar, que cachá el bufoso, en lunfardo, significa “agarrá el revólver” y por supuesto, irse a dormir, sin intenciones de volver a despertar…
En cuanto a los tangos de Discépolo, a diferencia de otros autores, vale destacar que cuando se refiere al fracaso del amor los culpables son los propios personajes y no la mujer o milonguita que se fue. Por ejemplo, el tango Uno, Confesión (que es casi una evocación masoquista para obtener “la salvación”), Fangal o Soy un arlequín. En todos muestra la cobardía y la huida del pobre herido del amor, pero al menos en Uno, se refiere a cualquier persona en general, pero no deja de decir con “…si olvidara a la que ayer, lo destrozó y pudiera amarte; me abrazaría a tu ilusión, para llorar tu amor…” que el personaje está esperando que se pase una pena para poder volver a sufrir por otra.
En este vals, sin ir más lejos, al hombre lo hace feliz que su novia o mujer llore por celos, porque así tóxicamente le demuestra amor e importancia.
“Yo que tuve miedo de pensar, mimosa
Que no me querías…
No me daba cuenta que estabas celosa
Yo no lo sabía…
Esa lagrimita me dio la alegría
De saberte mía porque comprendí
Que tus celos son toda mi pasión
Que sos para mí.” (Una Lagrimita, Rossi y Paredes)
En Una Lagrimita, utiliza además la palabra “mocosita” varias veces en otro fragmento, una cuestión que me suena a tratar a la mujer como una niña irreverente, de hecho, si buscamos en un mataburros tradicional, se refiere a una persona que no tiene suficiente edad para lo que hace o desea hacer.
Si nos vamos al otro extremo donde el pobre tipo no tiene por qué suicidarse, nos encontramos con que, por supuesto la responsabilidad recae en la mujer y es merecedora de los peores castigos, la violencia e incluso la muerte:
“Malditos celos que me hicieron cobarde,
aquella triste noche en que muerte le di.
Yo no sabía de aquel amor tan grande,
de aquel amor sublime que por siempre perdí.”
(Malditos Celos, Cantado por H. del Carril).
Lamentablemente, si nos guiáramos solo por el tango, veríamos el amor como algo solamente doloroso, y donde el objetivo no es la felicidad, sino el apoyo mutuo entre dos fracasados, como en “Los Mareados” o “Carne y Uña”: “Soy el mismo que ayer,Bebiendo en un barMuy solo y muy triste…Fue de madrugadaY tú apareciste…“Sentate conmigo,seamos amigosy bebe este ron…”– Yo te dije – y te quedasteY me contaste tu novelón… Y salimos los dosSin rumbo… sin sueño…Contándonos cosas.Y el amor, nuestras vidas unióY la vida después nos cambió,Y por sendas opuestas tú y yoNos abrimos… y todo acabó…” (Carne y Uña, Cadícamo y Cobián). También la cooperación mutua ante la lucha terrible que es la vida, “…Ya no quiero pasionismo, ni amorío, ni aventura… Yo te quiero compañera para ayudarme a luchar.” Nos deja “La última” de Blanco y Camilloni, pero no quiero detallar tanto este último tango, porque hay mucho jugo para sacarle, les diría que casi que para un broli de columnas entero. Ojo, señor y señora, que no todos los tangos son así de bajoneros. Hay algunos pocos, pero más nuevos, que tratan al amor como esa flor de la ilusión. Pero esta semana vine a resumirle una de las temáticas académicamente estudiadas, y a contarle que no es sólo cuestión de tango ver el amor como lucha, infidelidad, sufrimiento, control, dolor, locura y muerte, sino que quién sabe cuántas personas conciben este sentimiento así.
Y para usté’, gavión o pitusa, ¿qué es el amor?
Evangelina Corredera
Profesora de Piano, Violín, Lenguaje Musical y estudiante de Profesorado de Violín, Directora de Orquestas y Coros. Integrante de diversas formaciones musicales, artista solista y sesionista. Amante estudiosa del lunfardo y el dibujo.