Así es el mirador que se encuentra al final del camino del Suyuque, donde también está el Monasterio de las Monjas Benedictinas. Allí, la naturaleza tiene más presencia que nunca.
Pocos lugares son tan mágicos como este. A unos 20 kilómetros aproximadamente de la ciudad de San Luis, se encuentra un espacio donde se conjuga el silencio, casi perfecto, que solo es interrumpido por el trinar de los pájaros, o el suave murmullo del pequeño arroyo del lugar inmiscuyéndose entre las piedras.
Son un poco más de 3 kilómetros desde la Autopista 25 de Mayo, subiendo por un empinado camino, los que llevan hasta una especie de mirador que se asoma imponente y casi solitario, brindando un marco único en lontananza hacia el oeste, y con la custodia de los hermosos cerros de las sierras centrales hacia el este.
Muchos turistas, y los mismos puntanos, lo eligen para tomarse seflies y retratar ese momento mágico en un entorno tan natural que brinda nuestra provincia.
A pocos metros del mirador, se encuentra el Monasterio de las Monjas Benedictinas, el cual fue inaugurado el 15 de diciembre de 1984, luego de que las comunidades de monjas fundadoras llegaran a San Luis 7 años antes, por pedido del Obispo de San Luis Monseñor Rodolfo Laisse.
En dicho monasterio, además de brindarse misas los días domingos, tienen un espacio para mostrar y vender los exquisitos dulces caseros que realizan, de zapallo, de alcayota, dulce de leche, y muchas variedades más. Además, ofrecen fragancias y licores realizados con flora del lugar y artesanías con hermosas terminaciones. Atienden de 9:30 a 11:55 y de 16:00 a 18:10.
Es un lugar único. Para admirar, acercarse a tomar un mate o compartir un momento de tranquilo en contacto con lo silvestre, intacto y natural. Una opción más para recorrer y disfrutar de los paisajes que ofrece nuestra provincia. Los atardeceres allí son imperdibles, dignos de las mejores postales.