En lugares de una belleza sin igual, todas las estaciones del año, San Luis es el escenario perfecto para que niños, jóvenes y familias disfruten del aire puro de las sierras.
A 800 kilómetros de Buenos Aires, 260 de Mendoza y 600 de Santiago de Chile, San Luis espera a los turistas con hotelería de primer nivel, conectividad aérea y terrestre, que se complementa con una red de autopistas única en el país, alcanzando más de 500 kilómetros de caminos que unen llanos, sierras, ríos, salinas, aguas termales, lagos, saltos, diques y arroyos.
Gastronomía, arte, cultura, costumbres ancestrales, vestigios del pasado, naturaleza sin fin, deportes para todos los gustos. Infraestructura, naturaleza y la calidez de los puntanos se conjugan en una constante invitación a maravillarse con cada destino.
- Turismo termal: San Jerónimo y Balde
Estos dos centros termales aseguran a los visitantes el relax total de cuerpo y mente para recargar energías ante la vida cotidiana y cada año se consolidan como centros de atracción de los visitantes. Sus saludables propiedades son muy recomendados para combatir el estrés y mejorar la salud.
Balde, a 33 kilómetros de San Luis, es requerida por sus aguas termales, estériles, no contaminadas, que emergen desde una profundidad de 600 metros, con la particularidad que se pueden beber.
Surgen a 43 °C durante todo el año y son recomendadas para el tratamiento de diferentes afecciones dermatológicas y nutricionales, reumatismo, diabetes y trastornos hepáticos.
La localidad cuenta con un complejo termal municipal, hoteles, complejo de cabañas y camping, donde puede asistir el visitante a disfrutar de los baños termales o directamente alojarse allí.
Las termas que le dan notoriedad a San Jerónimo tienen una temperatura de 39 °C y surgen a 451 metros de profundidad. Poseen efectivas acciones terapéuticas, tónicas y reconstituyentes, que aumentan positivamente el bienestar personal.
Este centro termal, ubicado a tan sólo 26 kilómetros de la ciudad de San Luis, posee hostería, cabañas y balnearios con piletas al aire libre y piletas cubiertas, para que los visitantes disfruten y se relajen en sus aguas revitalizantes.
- Salinas del Bebedero
El desierto blanco de San Luis que muy pocos conocen y que enamora se encuentra a 42 kilómetros de la capital provincial accediendo por autopista Serranías Puntanas y Ruta Provincial 15. Se trata de una depresión tectónica que se yergue como un importante yacimiento de cloruro de sodio (salar), con 6.500 hectáreas para la explotación minera. Documentos históricos acreditan que hasta aproximadamente 1908, en la actual depresión de Salinas del Bebedero existía una extensa laguna de aguas saladas, la cual sustentaba la fauna ictícola del lugar.
Con el tiempo y el calentamiento que fue sufriendo a nivel mundial el planeta, esta laguna dejó de recibir agua de otros efluentes del lugar. Esto, sumado a la explotación del recurso por parte de los lugareños que, a principios de siglo XX, eran muchos más que ahora.
- Museo del Vidrio
La localidad de Jarilla, a 80 kilómetros de la capital provincial, por la Autopista Serranías Puntanas, se caracteriza por estar en una zona árida y semiseca. Debe su nombre a la jarilla, un arbusto ramoso que se encuentra en zonas montañosas de esta zona de país. Jarilla sostiene gran parte de su historia en función de su geografía y una arena muy rica en sílice, que es propicia para fundir y hacer vidrio. Por eso, a principios del siglo XIX, se levantó una fábrica en donde trabajaba casi toda la población del paraje.
La histórica fábrica de vidrio que funcionó en el pueblo proveía de elementos confeccionados en el lugar a gran parte de la Argentina. Ahora convertida en museo, conjuga en sus instalaciones el relato de los vecinos con la chimenea de ese histórico sitio como principal legado. En el edificio se recupera la memoria y el valor de ese polo productivo que supo brillar antaño. Los pobladores toman cursos de vitrofusión, otras artes plásticas y es un lugar de encuentro para chicos y grandes.