Se supone que, ya de entrada, lo que hay en un Museo, en general es raro. Si no, no estaría ahí. Pero a los del Museo Rocsen se les va un poco la mano. Es que hasta su fundador era muy raro. Juan Santiago Bouchon era un francés de Niza que estudió Antropología y Bellas Artes en Europa y se vino a vivir a Córdoba en 1959. La gente medida, mesurada, cuando se muda suele llevar varias valijas. Bouchon, no. Se vino con 8.000 kilos de diferentes objetos que él guardaba, aunque nadie entendiera bien para qué.
Era algo así como eso que decían, antes, los padres de ” No me tirés nada de acá que todo sirve…” pero llevado a su máxima expresión. Bouchon se afincó a 5 kilómetros de Nono, a 12 de Mina Clavero, Traslasierra, Córdoba y en 1969 abrió su Museo Polifacético en un local de 100 metros cuadrados. Ahora, el lugar es gigantesco y en él hay, desde un caballo de barro de Mongolia de 1.200 años hasta una momia de Nazca, pasando por cráneos de enemigos de los Jíbaros, los Reducidores de Cabezas de Ecuador. Se puede ver desde un trozo del Muro de Berlín hasta viviendas de los antiguos Comechingones.
Hay Salas Temáticas, en donde desde autos antiguos hasta viejas planchas harán creer a los nostálgicos que en cualquier momento, de entre los recordados muebles del ayer, escucharán la voz de sus abuelos. El Museo Rocsen jamás cierra. Desde hace 53 años, abre desde las 9 hs hasta que cae el sol. Bouchon era desmesurado en todo. Construyó, él mismo, 49 estatuas tamaño natural de grandes personajes de la Historia que hoy están formando parte del enorme frente del Museo. Con más de 60.000 piezas, este Museo transforma a Juan Bouchon, fallecido a los 90 años, en alguien que no debe ser olvidado…
Por H. Lanvers