El último habitante de las ruinas de Epecuén, falleció a los 93 años en las últimas horas.
Durante décadas, Novak desempeñó el papel de guardián de este paisaje derruido que quedó sumergido bajo las aguas salobres tras la inundación de 1985. El lugar se convirtió en escenario de numerosos documentales, videos, crónicas y visitas turísticas de todo el mundo.
En reconocimiento a su dedicación, en 2020 el Municipio de Adolfo Alsina lo nombró Embajador Cultural y Turístico del distrito. El intendente de Adolfo Alsina, Javier Andrés, compartió la noticia en redes sociales, recordando a Novak como un hombre sonriente y entusiasta, siempre dispuesto a compartir charlas y anécdotas con los turistas.
A pesar de las críticas que recibió por no vivir en Epecuén en el momento de la inundación, Novak afirmaba que su conexión con el lugar era profunda y que vivir allí le proporcionaba felicidad. Nacido en 1930, tenía una conexión única con la historia de Epecuén, ya que su padre había hablado con el arquitecto italiano que construyó la iglesia del pueblo, prediciendo que se inundaría cada 100 años.
Pablo Novak deja un legado importante como símbolo de resistencia y dedicación a su hogar, y su historia ha sido compartida en numerosos medios y documentales de todo el mundo.