En la obra que avanza sobre la calle Joaquín Ferro de Santa Rosa, trabaja Gisella Fernández, una joven de 33 años que se desempeña como maquinista en la empresa de Carlos Massera.
Gisella cuenta como se inició a trabajar de maquinista en las obras públicas, la relación con sus compañeros, las miradas de los vecinos de los lugares donde trabaja y de sus hijos.
El Ministerio de Obras y Servicios Públicos, quiere compartir las experiencias de mujeres como Gisella, María y Lorena que trabajan en empresas, ocupando puestos que hasta hace pocos años sólo estaban ocupados por varones. Mujeres que se desempeñan en las obras y el transporte público con extrema responsabilidad y amor a su profesión.
Desde el Ministerio expresaron el inmenso orgullo que sean una parte activa en la construcción de esta Provincia, “dando el puntapié inicial para que otras muchas mujeres se sumen a estas profesiones poco comunes, que se pueden convertir en su nueva pasión y en un gran desafío”.
Gisella Fernández, es de Santa Rosa y comentó que, “empecé a trabajar en la empresa de Carlos Massera manejando el combinado, después pasé a las palas retro excavadoras, a la mini y hoy en día manejo todas las máquinas de la constructora”.
“Cuando comencé a trabajar, en un principio fue medio chocante para los chicos y para mí, era y soy la única mujer. Parecía raro que una mujer entrara a la obra en una función ejecutiva como manejar una máquina, pero en poco tiempo nos adaptamos y hay un compañerismo total, convivimos muy bien”.
Comentó por qué tomó la iniciativa de manejar maquinarias en las obras “me crié entre la maquinaria por la profesión de mi papá, siempre me gustó todo lo que tenía que ver con obras. Un día, hace más o menos dos años, fui a ver a Carlos Massera que había recibido un combinado, una máquina que se usa para asfaltar y me dio mi primer empleo en este rubro. Carlos fue mi mentor, gracias a él tengo esta profesión y la posibilidad de trabajar en lo que me gusta”.
“Mi día de trabajo empieza a las 7 de la mañana y por lo general termina a las 3 de la tarde, aunque algunas veces se puede extender la jornada laboral, algún imprevisto puede suceder, algo en la obra que se complica y debemos solucionarlo. Las obras públicas requieren suma atención, son infraestructuras muy grandes y demandan mucha responsabilidad, de lo que hacemos nosotros va a depender el servicio que tenga la gente”.
“Por ahí mi destino ya estaba escrito, me encanta andar en las obras, en las palas, esta profesión es la que elegí y tengo la suerte de trabajar en lo que me gusta, veo que mi futuro está acá en busca del progreso y la superación personal”, reflexionó.
Consultada por su familia, Gisella dijo “soy mamá de una nena de ocho años y tengo tres hijos del corazón. Mis hijos en un principio se tuvieron que acostumbrar a mi trabajo, porque de estar todo el día con ellos a comenzar en las obras, fue un gran cambio en la familia. Este trabajo me ocupa muchas horas fuera de casa. Ya nos adaptamos y a ellos les gusta la profesión que tengo, incluso la nena dice que va a ser maquinista como yo”.
En cuanto a sus seres queridos y su profesión, señaló, “mis amigas y mi círculo cercano comparten mi alegría, me apoyan y celebran esta nueva etapa de mi vida. Y la gente de los barrios donde trabajamos cuando pasan por la obra me saludan, me felicitan y también a la empresa, porque tener a una mujer maquinista en una obra pública muestra un avance, un cambio de paradigma. Ya no son sólo hombres los que están haciendo trabajos en este rubro donde las mujeres no tenían cabida”, dice entre risas.
“Me parece muy lindo lo que vivo en el día a día, estoy muy agradecida con todos los vecinos y vecinas que me tiran buena onda y por supuesto con Carlos Massera que me dejó crecer en esta profesión cuando me abrió las puertas de su empresa y confió en mí”.
“Considero que el trabajo que realizo puede ser un ejemplo para otras chicas, que pueden encontrar en este rubro una profesión que solo necesitan que les guste y horas de práctica”.