Juan Manuel Chaves comenzó a ser juzgado por los delitos que le valieron este tiempo de encierro. Es decir, por abusar de manera reiterada de cuatro de los alumnos que tuvo a su cargo cuando impartía clases de música en el colegio privado San Buenaventura de Villa Mercedes.
Este marts en la audiencia de apertura del debate oral, el fiscal Ernesto Lutens ratificó la acusación contra el hombre; lo mismo hizo la defensora de Niñez, Adolescencia e Incapaces 1, Victoria Cortázar Furnari, y las abogadas de las familias de las víctimas, Micaela Eguinoa y Melisa Muñoz, quienes remarcaron que a lo largo del juicio demostrarán cómo sucedieron los ultrajes y de lo que se valió el imputado para llevarlos a cabo. Por su parte, los defensores Germán Anabitarte y Juan Manuel Domine anticiparon que darán cuenta de la inocencia de su cliente.
Lutens confirmó que la fiscalía mantendrá la acusación contra Chaves por “Abuso sexual simple agravado por ser autor encargado de la educación” en perjuicio de cuatro niños y “Corrupción de menores” en el caso de un nene. El fiscal anunció que declararán unos once testigos, expondrán los videos de las Cámaras Gesell hechas a algunas de las víctimas, hablarán las psicólogas que elaboraron los informes de esas audiencias y exhibirán como pruebas unos 24 cuadernos de comunicaciones de los alumnos, carpetas con sus dibujos y el contenido de un pendrive.
Victoria Cortázar Furnari, por su lado, difirió en un punto con la acusación del fiscal, respecto a que el delito de corrupción de menores no fue contra un nene, sino contra tres. Contó luego brevemente que las víctimas cursaban el primer grado, en el turno tarde, en 2017, los días miércoles, cuando tenían clases de música con el acusado. “Los ultrajes consistieron en tocamientos en sus zonas íntimas, hacía que se bajaran la ropa, todo en el contexto de un juego llamado ‘El gato y el ratón'”, detalló. Destacó, además, que uno de los pequeños de los que se aprovechó es autista.
Eguinoa manifestó que Chaves se aprovechó de varias circunstancias para llevar a cabo sus abusos sin que fuera advertido. “Se aprovechó de la amistad con los docentes y las autoridades del colegio para que no le practicaran un examen psicológico para entrar, se aprovechó del prestigio de la escuela, del hecho de que la docente de primer grado faltara sistemáticamente todos los miércoles y del hecho de que el aula donde cometía los ultrajes estaba ubicada a unos 15 metros del resto y no tenía cámaras”, enumeró.
La Republica