EL TANGO MUJERIEGO…
No voy a dar muchas vueltas tratando de introducirme en un título tan descriptivo… Pero vamos fisgonear más de cerca, qué pasaba con esas letras donde un boncha quería la chancha, los veinte, y si lo dejaban… el diccionario entero de lunfardo también.
Si bien es uno de mis géneros musicales más amados, es difícil omitir su pasado. Considerando que los primeros tangos cantados allá por 1903 y hasta el ’40, o incluso más contemporáneos también, aparece un estereotipo de mujer con dotes de moral.
Sí, la moral para la mina, es un dote. Como la novia virgen, la madre excepcional, esposas inolvidables… pero tarde o temprano, te traicionan, todas terminan “cayendo” y hay que hacerlas caminar derechito de nuevo, POR SU BIEN, o explotarlas y devenirlas en la inmoral, la atorranta, prostituta o milonguera.
La mayoría de nuestras protagonistas en las letras, pasan por esta dualidad de pobre y frágil muñeca, a perdidas por el vicio. Retratos de pebetas dóciles, débiles, fáciles de manipular.
Y por supuesto, que, para salir bien buena, tenías que ser una señora madre aplicada, esposa con talento para la olla y sumisa, o tu destino era el olvido y la perdición.
Así es que en muchos de estos tangos aparecen mujeres que, por diversos motivos, sea el hambre, el deseo, buscar su libertad, se entregaron a un destino atorrante que las morfó vivas. Siempre son canciones de lecciones disciplinadas, con vista de chabón enfurecido… donde la mujer libre es tan perjudicial como atractiva, traicionera, que siempre va a terminar sola. En cambio… la señora, la esposa, la mujer de casa, siempre estará segura, protegida, por los brazos de su hombre que la endereza cuando se corre de la línea.
Así es que aparecen muchos lunfardismos despectivos para referirse a la mujer. Si bien es mi gran pasión, no puedo hacer vista gorda y pasar de largo. Pero aclaro, que el tango y el lunfardo, no son machistas, pero sí lo son o lo fueron muchas personas.
Una Mina, es la Fémina. Que si es atractiva es un Minón o Papusa, por su aspecto comestible, como un Formayo (Formaggio: queso italiano) o en su versión dulce un Budín.
Piba y Pebeta, son las jóvenes; una Muñeca es muy bella. Grela es la que ya está vieja, y esta misma palabra se ha asociado a la mugre.
Atorranta y Milonguera, las entregadas al vicio, sinvergüenzas. Milonguita, es la engañada, perdida y atormentada. Yiro, la de mala vida.
Percanta, es la prostituta de cabaret, porque un “tano” le pregunta “¿Per quanto?”. Lora, es la puta francesa, por sus plumas. La Ternera, que tiene carne joven.
Bestia, Chirusa, Escracho, feas e inútiles. También se usa Mueble o Elemento para cosificarla un poco más. Como aquel tango Mano a Mano, que en uno de sus versos dice: “Cuando seas descolado mueble viejo…”
Y por si quedó alguna duda, ya que estamos le tiro, señor o señora que esté leyendo este texto tan irreverente, un par de letras que increíblemente reflejan todo lo que le acabo de contar.
Si escuchamos este tango, cantado por la gran Tita Merello, podemos apreciar que lo canta de forma burlona, e incluso la guitarra que la acompaña de la misma manera en su armonía y ritmo, refleja un tono picarón y bastante gracioso. Porque quizás, cantando un tango, y poniéndolo como algo absurdo, era la única forma de que la mujer pudiera hacer visible la violencia que padecía. Pero, aun así, no sabremos nunca si lo que está escrito fue irónico o de verdad era una gracia esta letra:
“Mi papito” (Tango, 1928).
Letra: Roberto Fontaina y Victor Soliño.
“Mirá, José, no seas otario.
No andés con vueltas y fajala,
que a la mujer que sale mala
pa’ hacerla andar derecha
la biaba es lo mejor.
En cuanto le des cuatro gritos
y la trates de prepotencia,
palpitará la contundencia
y te dirá loca de amor:
«Yo quisiera que me casques
pa’quererte, mi papito, mi papito;
yo quisiera que me dejes
de ambulancia, mi papito, por favor.
Yo me meto cuando encuentro a un hombre fuerte;
si me casca me enloquece,
pero en cambio no les doy beligerancia
a esos tipos que hablan de amor.»
Y si seguimos, también podemos poner el foco a un sermón de consejos y reglamentos para ser una buena muchacha, como lo es en “Atenti Pebeta” (1929) de Celedonio Flores:
“Cuando vengas para el centro, caminá junando el suelo,
arrastrando los fanguyos y arrimada a la pared,
como si ya no tuvieras ilusiones ni consuelo,
pues, si no, dicen los giles que te han echao a perder.
Si ves unos guantes patito, ¡rajales!;
a un par de polainas, ¡rajales también!
A esos sobretodos con catorce ojales
no les des bolilla, porque te perdés;
a esos bigotitos de catorce líneas
que en vez de bigote son un espinel…
¡Atenti, Pebeta!, seguí mi consejo:
yo soy zorro viejo y te quiero bien.
Abajate la pollera por donde nace el tobillo,
dejate crecer el pelo y un buen rodete lucí,
comprate un corsé de fierro con remaches y tornillos
y dale el olivo al polvo, a la crema y al carmín.”
Y así como para concluir, también le cuento que por aquellas épocas quedaba bastante feo que una mina dirigiera una orquesta de tango. Por lo que podríamos dedicarle una sección entera a Paquita Bernardo (La flor de Villa Crespo) y Ebe Bedrune (La mujer del tango o La Dama Blanca), que se vestían de traje bien chabón para poder subirse al escenario y dominar la batuta.
E.C. La Pebeta
Inspirado en cortometraje de María Papi, Mujer en palabras de Lunfardo.