San Luis: Antonella Lucero Suárez junto a sus dos abuelos; Ofaldo Lucero y Juan Suárez, ambos veteranos de Malvinas
La memoria, como dice León Gieco en su emblemática canción, bien puede ser un sueño, una espina, un refugio, un arma de la vida y de la historia, ya sea la personal o la colectiva. Y, en efecto, escuchar a los excombatientes de Malvinas y a sus familiares y leer sus gestos permite saber que en sus evocaciones hay cientos y cientos de sentidos sobre lo que es Malvinas en sus vidas y lo que es el 2 de Abril más allá de un feriado en el calendario.
En sus recuerdos hay dolor, hay pérdidas, hay secuelas imborrables. También hay orgullo, honor, camaradería en la trinchera y en la posguerra. Hay mucho amor por la Argentina, una entrega que traspasó los límites de lo simbólico y que llegó al plano físico. En sus recuerdos hay estruendos, un frío austral y, sobre todo, una imperiosa necesidad de dejar un legado, transmitir a otros, a los que vienen después, a las futuras generaciones, lo que fue y significa la guerra de Malvinas para los argentinos.
La memoria es una pieza central del legado, aquel que, en los años recientes, los veteranos construyeron a través de un término que se ha vuelto cada vez más familiar aunque no figure en el diccionario de la Real Academia: la malvinización. Es poner nuevamente en escena el histórico y justo reclamo de la soberanía argentina sobre las islas y también la participación de aquellos que combatieron allí. Es un modo de revertir el proceso de desmalvinización que se dio en la posguerra, en el que lo ocurrido en las islas, las voces de los veteranos y sus traumas fueron ocultados e ignorados.
A esa falta de reconocimiento, a la indiferencia social y a la escasez de espacios públicos relevantes para hablar de sus vivencias se sumó esa suerte de corsé que impone la formación militar, que aún hoy ciñe a muchos excombatientes y que se traduce en las palabras que usan, en sus formas de narrar y en los límites férreos que se fijan ellos mismos a la hora de expresar los sentimientos o emociones que despierta en su ser el recuerdo de Malvinas. Algunos confiesan que solo con sus familias o con sus pares se animaron a hablar de la contienda; o que muchos años después pudieron empezar a hacerlo, cuando cambió la mirada y la interpretación histórica sobre el conflicto y la figura de los veteranos pasó de la indiferencia a la reivindicación de su entrega y valor.