Por Patricia Rossia – Puntal
Horacio Nieto tenía 20 años cuando comenzó con el oficio que recibió de su padre Néstor. Pronto cumplirá 42 años como empleado de Correo Argentino. Con miles de anécdotas por compartir. Hoy es jefe de la oficina en su pueblo natal y quien continúa su labor es su hijo Federico. “La carta papel familiar desapareció, la tecnología la desplazó”, asume.
En bicicleta, en moto, a pie. Cargando el pesado morral, allí va el cartero. En Huinca Renancó, los Nieto son sinónimo de este oficio que con el tiempo aunque no desaparece se va transformando. Es que de llevar cartas de amor, de despedida, tarjetas con saludos navideños, de cumpleaños o aniversario, y hasta las tan ansiadas y dolorosas noticias que llegaban de Malvinas, de los “soldaditos” que peleaban defendiendo la Patria en las islas, va la vida de tres generaciones de huinquenses.
Primero fue Néstor Nieto, luego Horacio –quien aún sigue trabajando en el Correo Argentino de Huinca Renancó como jefe de la oficina en la ciudad-, y ahora lo sigue su hijo Federico.
Su padre, Néstor, trabajó durante 41 años en el Correo de Huinca y allá por el ‘93, cuando el entonces gobierno de Carlos Menem decidió privatizarlo, asustado por la incertidumbre del momento se decidió por el retiro voluntario. “Hicieron todo el tema de asustar a la gente que se venía la tecnología y todo eso. Agarró y mi papá se fue”.
Quien resume y cuenta la historia de los tres y que vivió los tiempos de auge y también de decadencia de las cartas familiares es Horacio, que en mayo próximo cumplirá 42 años como cartero y espera seguir un poco más para llegar a los 65 y jubilarse. Pero su legado quedará para Federico, que en esto de los “nuevos tiempos” ya no reparte el sobre blanco con estampilla con alguna carta familiar, sino paquetería y la mayoría de Mercado Libre, que ha copado la actividad.
Disfrutando de sus vacaciones, Horacio Nieto se tomó un tiempo para dialogar con Puntal y contar de su tarea, sus inicios, y alguna que otra anécdota. Es que por ser el cartero del pueblo, terminaba conociendo las historias de todos los vecinos. A fin de año tuvo un gesto que se viralizó en redes y este medio: fue cuando Horacio en su amor por guardar las viejas cartas que quedaban en el buzón que se encuentra frente a la sede del Correo en Huinca, decidió entregarles a dos jóvenes adolescentes los sobres con los escritos que habían dejado décadas atrás cuando eran unos niños y que estaban dirigidos a Papá Noel. Fue un momento único.
Horacio tenía 20 años cuando ingresó al Correo en Córdoba, donde había ido a estudiar. Era mayo de 1982 y el país estaba atravesado por la guerra de Malvinas. Él tenía la edad de los soldados que estaban luchando en las Islas. “Me salvé por número bajo. Era duro llevarle las cartas a los familiares de los chicos que estaban allá”, dice Horacio.
Este gesto define el compromiso de Horacio con su profesión de cartero. Y como estos, otros cientos.
Los inicios
Tras finalizar el secundario, Horacio se fue a Córdoba para estudiar, pero por distintos motivos no ingresó a la facultad. Fue esa situación que terminó definiendo su futuro, es que con 20 años quedaba regresar a Huinca o buscar algo en la capital. En medio estudió y se recibió de Técnico en Automotores.
Y por ser hijo de quien era trabajador del Correo, y tal ocurre con algunas empresas estatales, a la hora de obtener un puesto, obtuvo su primer empleo. Fue en el año 1982, cuando el país se encontraba con una realidad dolorosa: en guerra por la soberanía de las Islas Malvinas.
“Ingresé en mayo de 1982 como cartero en el Correo Central de Córdoba”. Allí se desempeñó durante 6 años repartiendo cartas y asume que fueron momentos difíciles porque en ocasiones llevaba los escritos que llegaban de las islas a los papás de los soldados. Y, con la carga, que en su caso por su edad y ser de la clase ‘62 podría haber sido uno de esos combatientes. “Me salvé por número bajo”.
Pero asume que cada vez que el remitente venía de esos confines la sensación y emoción superaba la tarea a cumplir.
Por su parte, él, para no perder contacto con su familia y su novia, también era quien escribía y mandaba cartas. “Para los aniversarios, en alguna fecha especial, le mandaba cartas”.
Volver al pueblo
Luego de seis años de trabajo en Córdoba, aparece la oportunidad de regresar a Huinca Renancó. “Como tenía el título de Técnico en Automotores, me surge la posibilidad de trabajar en la Escuela Técnica. Y bueno, tuve la posibilidad de pedir el traslado y así llegó al Correo de Huinca en el año ‘88. A la mañana en el colegio y a la tarde, en bici y después en moto salía a repartir la correspondencia”.
Por aquellos tiempos los bolsos iban repletos de impuestos, ya que todos los cedulones de servicios llegaban para ser repartidos domicilio por domicilio. Sumado a ello, las cartas entre familias, amores, amigos, salutaciones que en fechas especiales multiplicaban la tarea. Primero seleccionarlas por sectores en la oficina, prioridades y luego salir a recorrer la ciudad.
“Si algo tengo que resaltar y que me quedó de mis inicios, tengo que volver al tema de las cartas que llegaban desde Malvinas. Era muy duro llevarle la correspondencia a los familiares. Era el tiempo que todo el pueblo había sido convencido de que la guerra era lo mejor y resultó que era todo una mentira”, reflexiona Horacio.
Ya instalando en Huinca Renancó, se casó con Estela y formó una familia. Tiene dos hijos Federico y María de Luján, ambos profesores de Educación Física.
Para Horacio, la oficina de Correo es su segundo hogar y recuerda que tiempo atrás y estando aún con vida su padre -aunque ya retirado de la actividad- se llegaba a la oficina a clasificar la correspondencia. Quienes lo conocen dicen que es un “apasionado de las cartas” y tan meticuloso que llegó a guardar algunas que no pudieron ser entregadas por alguna razón y quedaron en la oficina.
“La carta papel familiar desapareció por completo. La tecnología terminó con todo. Ahora los saludos van por mensaje de WhatsApp o videollamada”.
Las anécdotas
“Por ahí llegaban cartas muy lindas, por ahí llegaban muchos impuestos en aquella época cuando se repartía la boleta de la luz, la boleta de renta, los de automotor, los impuestos municipales. Y para las fiestas era un montón de correspondencia familiar. Para Navidad o Reyes el buzón se llenaba de cartas de nenes pidiendo sus regalos. Algunos papás más dedicados se ocupaban de hacer el sobre y poner el remitente. Esas las guardé, otras se desecharon porque no tenían los nombres”, resume.
Fue el caso de los hermanos Iván y Abigail Juárez, que cuando tenían 7 y 4 años respectivamente le escribieron a Papá Noel y dejaron el sobre en el buzón. Meses antes de la Navidad 2023, Horacio recordó que estaba esa carta guardada durante 13 años en la oficina y decidió entregárselas a los jóvenes.
“El chico trabaja en el supermercado y unos meses antes le dije que tenía una sorpresa para él, pero que iba a ser para más fin de año. ¡Tenía una intriga el pibe! Y cuando llegó el momento lo llamé y le dije que viniera con la hermana. Fue muy emocionante porque Iván se acordaba hasta dónde habían comprado el sobre sus papás. Su hermana no, porque era más chica, pero fue todo muy emocionante”, comparte Horacio.
“También recuerdo las cartas que periódicamente llegaban de un muchacho de acá que se había ido a jugar al fútbol a Francia y le mandaba siempre correspondencia a sus padres. Era muy lindo ver la alegría de la familia cuando recibía noticias de su hijo”, menciona Horacio.
Al consultarle sobre alguna anécdota de historias de cartas de “amores clandestinos”, apela a la confidencialidad y al respeto a sus vecinos, y solo dice: “Y hubo. En el pueblo todos nos conocemos”.
La carta familiar desapareció
Con nostalgia, Horacio asume que el ritual de la carta papel familiar desapareció por completo. “La tecnología terminó con todo. Ahora el saludo de cumpleaños, fin de año, aniversario, se hace por mensaje de Whatsapp o videollamada. Antes llegaban en cantidad las tarjetas de salutaciones. Hoy el Correo sigue trabajando, pero se ha volcado a la paquetería, es entregar las encomiendas que en su mayoría son de Mercado Libre”.
Insiste que hoy el papel no es el soporte elegido ni para las cartas, y también traslada ello a la desaparición de algunas revistas y hasta diarios.
Horacio ya no sale de la oficina a recorrer las calles. Lo hace su hijo Federico, quien es ahora el cartero oficial del pueblo. Y recibió el legado de los Nieto.
Y si de pasiones que se transmiten se trata, los Nieto saben y mucho. Es que Horacio además de ser cartero fue árbitro de fútbol y actualmente es instructor. Su hijo Federico también se dedica al arbitraje de partidos.
Horacio asegura que seguirá trabajando hasta el último día que cumpla los 65 años y se jubile. “Me faltan tres años y medio, así que ya estoy casi en el final de la carrera en mi querido Correo Argentino”.
El hobbie por coleccionar “de todo”
Uno de los atractivos de despachar cartas para los clientes eran las estampillas. Por ello hoy son muchos quienes despuntan su hobbie por la filatelia. Al respecto, Horacio dice que cuando se encuentra con alguna estampilla rara y sabe que puede interesar a alguien le avisa.
“En un tiempo las más buscadas eran las de Perón, Evita y del Che Guevara. Ahora el Correo Argentino tiene una edición especial de estampillas pero que se vende en pack completo y es con los jugadores campeones de la Selección Argentina. Sale 19.000 pesos la plancha”, promociona Horacio.
También admite que él es un “loco coleccionista de todo”. “Guardo cuanta cosa creo va a tener valor en algún momento. Vos no sabés las cosas que tengo en mi casa. Mi señora me quiere matar”.
Y menciona que tiene más de 1.500 ejemplares de la revista El Gráfico. Después de todo un poco que tenga alguna relación el fútbol. “Tengo guardado los videos en VHS que sacaba El Gráfico de los mundiales. Pero el VHS sin abrir, con el estuche completo. Y después tengo toda la colección, hasta que apareció lo digital, de los distintos mundiales. Diarios, revistas, fotos, recortes, cajas de fotos en cantidad”.